El trastorno bipolar como ventaja evolutiva
Aunque vagamente, recuerdo la primera vez que me dijeron que tenía trastorno bipolar. Estaba en una consulta médica, después de haber pasado un mes ingresado en la planta psiquiátrica de un hospital de Barcelona.
En la sala estábamos el médico que llevaba mi caso, mis padres y mi pareja de aquel momento. Como decía, después de un mes ingresado (podría decir también encerrado) no tenía las neuronas muy ágiles, pero recuerdo la frase del médico que debió ser algo así como «te hemos detectado trastorno bipolar».
La frase en sí tampoco es que fuera catastrófica, pero el contexto, con las 4 personas mirándome en un clima de tensión y como si me estuvieran anunciando una enfermedad terminal, no ayudó a mi tranquilidad. O al menos así está en mi recuerdo, seguro que algo sesgado después de tanto tiempo (unos 13 años) pero también seguro quedándose con la esencia de aquel momento.
Después de ese anuncio el 90% de las cosas que he leído o escuchado sobre la enfermedad han sido indudablemente malas. Suicidios a parte, no se suele hablar bien del trastorno bipolar, empezando por el tono despectivo de la gente cuando se refiere a alguien inestable emocionalmente con un «será bipolar» y acabando con el trato a las enfermedades mentales de la sociedad, donde por decir algo se pone en el mismo saco a todos los pacientes sin preguntar ni interesarse por ellos.
Pero ¡oh, milagro! hace poco entré en la consulta para mi revisión periódica en la que me esperaba un joven médico que en seguida llamó mi atención. He visto a muchos, y se detectar a los que tienen talento sin mucha dificultad.
Tras una agradable charla, me soltó «piensa que el trastorno bipolar es una ventaja evolutiva». ¿Cómo? ¿He oído bien? No lo inventaba él, incluso yo algo había leído al respecto, pero que diferencia de aproximarse a un paciente. Que ganas de saber más de la enfermedad, que tranquilidad y emoción a la vez, que cambio de paradigma tan bestia.
El tema es que se dice en algunos círculos algo así como que los genes de la bipolaridad han ayudado ha lo largo de los siglos a que grupos de individuos, liderados o impulsados por alguien bipolar, se atreviesen a hacer cosas nuevas: ir a descubrir nuevas tierras, probar nuevas herramientas, filosofar sobre nuevos conceptos… yo imagino que el don de la curiosidad y un poco de inconsciencia (ambos asociados a la bipolaridad con más frecuencia que a las personas «normales») abrieron, y siguen abriendo, nuevas puertas a la sociedad.
Desconozco si este pensamiento está muy extendido, pero si el Doctor Vieta lo dice creo que lo podemos tomar como bastante serio. Gracias a él, a mi joven médico y a todos aquellos que se aproximan a nosotros con una frase o con una mirada que en vez de hacernos sentir aislados nos hacen sentir especiales. Ya habrá luego tiempo para las dificultades, pero con estas premisas se superan mucho mejor.