El trastorno bipolar y los viajes
Cuando eres bipolar puede darte miedo (a ti o incluso más a los de tu alrededor) viajar lejos de tu hogar, lejos de tu médico de referencia, de las Urgencias del hospital… Mi experiencia es que, siempre que estés estable, ese es un miedo infundado.
Para demostrar que no voy de farol, empezaré diciendo que hice un viaje recorriendo gran parte de Brasil y Argentina durante 3 meses y nada malo pasó. Tenía un buen cargamento de pastillas eso sí, que me tenían que durar para toda la estancia, pero a parte de eso ningún problema.
Es más, diré que cuando vas de viaje (ya sean 3 meses o un fin de semana al pueblo de al lado) uno suele estar más relajado, más calmado y apostaría a que ese estado ayuda a que las cosas fluyan correctamente. Si el viaje no es de ocio sino de negocios, ahí habría que ir con más alerta.
Si el viaje es largo, entonces sí que recomendaría (yo lo hice) tener un contacto vía email o similar con tu psiquiatra, tanto para que él o ella esté al corriente de tus andanzas como para uno mismo, ya que ese email sirve como autodiagnóstico de comprobación de que todo marcha bien.
No estaría de más no ir solo y que la persona que te acompaña sepa que eres bipolar y cómo ha de reaccionar en caso de alarma. Esto también fue mi caso en el viaje de 3 meses, aunque he hecho otros más cortos en los que he viajado solo, aunque siempre con el contacto de mi psiquiatra o psicólogo en la retaguardia por lo que pudiera pasar (nunca lo utilicé).
También, por el bien de tus familiares, estaría bien que informaras frecuentemente de las cosas que vas haciendo, para que no se preocupen. Explicar lo que haces y lo que sientes les servirá a ellos para quedarse más tranquilos (a no ser que te dediques a la escalada sin cuerda pero con vino en precipicios de altura considerable)
El único enemigo de los viajes, al menos de los míos, es el jet lag. Me lo reservo para otro artículo.