El trastorno bipolar y el trabajo
Mentiría si dijera que nuestra enfermedad no afecta al trabajo. A mi me ha afectado mucho. Pero también mentiría si dijera que no se puede trabajar con trastorno bipolar. Yo llevo 6 años haciéndolo sin problema desde mi propia empresa.
Está claro que combinar un episodio maníaco o depresivo con el trabajo es prácticamente imposible. Para mi la clave es que estos duren el menor tiempo para poderse reincorporar lo antes posible. Para ello ya hemos hablado de la fórmula: medicación y vida ordenada y saludable. En mi caso muy concretamente dormir bien.
Pero aún así está claro que nos podemos descompensar. Mi segundo episodio coincidió ya con la vida laboral. De un día para otro pasé de ser la persona más motivada del trabajo (Consultoría de Innovación) a estar un mes ingresado sin enterarme de la misa la mitad. Obviamente ese mes no fui a trabajar, y cuando me medio recuperé traté de volver a la oficina. El resultado fue lamentable, no me concentraba ni por casualidad así que acabé haciendo faenas inútiles y encima las hacía regular. En la empresa me trataban bastante bien, pero al cabo de unas semanas acordamos que me tenía que ir porque aquello no era sostenible. Yo no estaba a gusto y ellos supongo que menos todavía.
Curiosamente meses después, la que fue mi responsable en esa empresa fundó su propio negocio y me llamó para que trabajara con ella. Nunca se lo podré agradecer suficiente, pero ese gesto, además de su bondad, también significaba que lo que hemos sido a nivel profesional no lo borra un episodio. Hay que confiar, porque las neuronas vuelven a estar en su sitio tarde o temprano. En este nuevo trabajo trabajé a máximo nivel una temporada y luego me fui a viajar por el mundo, ya hablaré de ello en algún otro post.
El tercer y cuarto episodio me pilló en mi propia empresa, fundada un par de años antes. De nuevo recién salido del hospital era incapaz de leer 3 líneas seguidas. En esta ocasión tuve la inmensa suerte de que mi socio fuera a la vez mi gran amigo, e hizo todo lo que pudo para que la recuperación llegara lo antes y lo mejor posible. Poco a poco la concentración fue llegando y como decía en los últimos 6 años he rendido a un nivel perfecto.
Mi primera conclusión a todo esto es que el trastorno bipolar dificulta durante un tiempo la vida laboral, pero en absoluto la impide, al menos en la mayoría de casos en los que el paciente le ponga ganas.
Mi segunda conclusión es que lo que se siembra durante el periodo eutímico se recoge cuando van mal dadas… pero aún así no siempre es suficiente y hay que estar preparado para cruzar la puerta de salida y estar parado durante un tiempo.
Mi tercera conclusión es que ese parón podemos hacer que sea relativamente breve, porque una buena recuperación nos permitirá hacer una vida laboral al cabo de pocos meses. Aquí aclaro que durante mi parón obviamente no pensaba eso, sino más bien que estaría el resto de mi vida contemplando el techo de mi habitación desde la cama, pero por suerte las cosas volvieron a su cauce.
Y mi cuarta conclusión, que es más bien un consejo, es que es muy positivo que durante la baja tratemos de mantener las neuronas mínimamente activas. Con trabajos más mecánicos (yo limpiaba la casa de mis padres) o estudiando algún idioma (también lo hice) o similar.
La vida laboral de alguien con trastorno bipolar es un reto… ¡pero un reto alcanzable!