Qué es el trastorno bipolar
Hay muchísimos escritos científicos en la red que describen el trastorno bipolar, así que yo le voy a intentar dar a la definición un componente más humano, para complementar.
Hablamos de una enfermedad que te hace perder el control de tu mente, en mayor o menor grado y durante más o menos tiempo dependiendo del paciente. Mientras dura el episodio, yo sentía «que no era yo», porque mi cabeza había pasado a funcionar de otra manera.
¿En qué consiste esta «pérdida de control», este «no ser yo»?
Durante el episodio maníaco es de forma progresiva. Los primeros días (cuántos dependerá del paciente) durante la fase llamada hipomanía («menos que manía») esa pérdida apenas es perceptible, de ahí la dificultad de saber si estás enfermo o no. Es más, es una pérdida de control en muchos casos agradable, por lo que sueles obviar (al menos las primeras veces) luchar contra ella: más ideas, menos sueño, más energía… ¿Quién quiere parar eso?
Después de esa fase, puede desencadenar una fase maníaca, sin el «hipo». Esto ya son palabras mayores, en mi caso han supuesto 3 veces el ingreso hospitalario. ¿Por qué? Pensamientos obsesivos, miedos conspiranoicos, delirios… aquí ya no hay duda que tu mente ha perdido el control, pero lamentablemente se ha alcanzado un punto de no retorno que será difícil solventar. Es por ello que es tan importante aprender a detectar la fase hipomaníaca (o incluso pequeños síntomas aún previos llamados «pódromos») para no dejar que la sangre llegue al río.
Durante la fase depresiva, al menos en mi caso, esta pérdida de control ocurre más de golpe, sin mucho aviso previo, y se instala en tu cabeza durante unos meses. Aquí la cosa no es tan «espectacular» como en la manía, simplemente pierdes la alegría, las ganas y lo que más te apetece es, en el mejor de los casos, no salir de la cama, y en el peor, intentar acortar el camino al cementerio.
Aquí más que la prevención por entrar (muy complicada, pues a una manía suele seguir una depresión) es importante una rapidez en salir. Ser consciente de que es una enfermedad, pero que es pasajera, y poner todo lo que está de tu mano: horarios estrictos, deporte, socializar… fácil de decir y difícil de hacer, pero también bonito de superar.